LAS LUNAS DEL NOMO

RUY

martes, 25 de marzo de 2014

CUENTO DE NOMOS PARA DORMIR PRINCESAS CAPITULO FINAL Tercera parte

Los tritones después de haber escuchado que el nomo andaba recogiendo semillas para ir a ver a un hechicero, lo esperaron a las faldas de aquella montaña donde vivía aquel sabio hechicero, el nomo había pasado los primeros instantes de la mañana buscando las semillas más bonitas, las de aquellos arboles que tuvieran los colores más intensos y de donde pudieran nacer las flores y aves más hermosas, él había pensado que si mezclaba aquellas semillas, tanto las flores como las aves serian el regalo perfecto para su Luna, pues serian las flores y aves más hermosas sobre aquellas tierras, y con esto quería demostrarle a su Luna que para él, ella era la criatura más hermosa y que merecía precisamente los regalos más bellos.
Emocionado cruzo varios ríos y bosques, pues la montaña donde vivía el hechicero quedaba lejos de aquel lugar donde de madrugada se había despedido de su Luna, corrió como la bestia que era y pese a siempre estarse distrayendo con las cosas y criaturas que encontraba a su camino, esta vez había conseguido que nada le distrajera, y corrió y corrió, cruzo bosques, ríos y montañas, tan solo para llegar antes de medio día hasta la montaña donde el hechicero vivía, así tendría tiempo de sembrar las semillas encantadas y en el transcurso del día podría crecer su nuevo árbol, así sorprendería a su Luna al asomarse esa noche y encontrarlo por fin cerca de ella, la emoción de aquella ilusión le hacía correr más aprisa, a pesar de que las piernas ya le temblaban y que el traje azul que usaba ya se le pegaba al cuerpo por la mezcla de sudor y agua de aquellos ríos que había cruzado.
Por fin desde una colina pequeña, logro ver la imponente montaña, más alta que todas las que había escalado en esa travesía y en su vida, era tan alta que la cima no se alcanzaba a ver, y escondida tras un cumulo de nubes estaba aun mas alta la cueva donde vivía aquel hechicero que le ayudaría a darle a su Luna la ofrenda que mejor podría demostrar lo que sentía por ella, pues ahora para el nomo y su Luna, gritar la palabra prohibida ya no era suficiente, y habían aprendido a sentirla y gritársela de mil maneras diferentes, entre las imágenes que el nomo le dibujaba con las hojas y flores de los arboles, entre las copias de aquellas imágenes que la Luna se tatuaba sobre su piel, deseando que fueran las garritas del nomo quienes le trazaran su blanca piel, entre el desafío que era llevar aquellas emociones a ese grado, pues sabían los dos que estaban rompiendo muchas reglas de aquellos tiempos, aun así, ellos aprendieron a gritarse aquella palabra sin tener que decirla.
Bajó de la colina y se acerco al río que comenzaba a fluir desde una cascada que estaba al pie de aquella montaña, el sol aun no brillaba en lo más alto, así que había llegado con buen tiempo y si lograba escalar aprisa, podría conseguir que aquella ilusión de sorprender a su Luna esa noche se volviera realidad, pero el nomo no sabía que detrás de la cascada se escondían los tritones, dispuestos a terminar con aquel absurdo y recuperar la atención de la Luna, y poder sentirse nuevamente, junto con las sirenas, las criaturas más hermosas y con mayor atención sobre la tierra.
El nomo bajó de aquella colina y buscando quitarse un poco el sudor de encima y refrescarse para la escalada más grande que haría en toda su vida, se metió al río, fue nadando con dificultad, pues la cascada era muy alta y esto hacia que el río corriera con mucho más fuerza que otros ríos, fue nadando contra su cansancio, contra la corriente del río, contra las leyes de aquellos tiempos, contra todo y contra todos, fue nadando, pues lo que sentía por su Luna le daba fuerzas para seguir adelante a pesar de todo, a pesar de ser un nomo.
Al acercarse al pie de la cascada tuvo que sujetarse de unas piedras, y jadeando como desesperado el aire húmedo de aquella cascada pensó que ya le faltaba poco, si conseguía pasar por detrás de la cascada solo le quedaría escalar y por sus garras escalar era algo que le resultaba fácil al nomo, así que jalando todo el aire que le fue posible, se sumergió para nadar por debajo de aquella cascada, fue más difícil de lo que él pensó, y la corriente lo arrastraba alejándolo de la base, así que tuvo que nadar más profundo para evitar retroceder, o intentar sujetarse de algunas piedras, y así conseguir cruzar.
Estaba cerca del fondo y consiguió ver unas piedras de las que podría sujetarse, así que haciendo un nuevo esfuerzo trato de llegar hasta ellas, pero antes de que pudiera tocarlas, sintió un jalón en los tobillos que le arrastro, sin que por mas braceadas que diera pudiera controlar la dirección, trataba de mirar que le sujetaba los pies jalándolo y sacudiéndolo, pero entre los tirones y la corriente no tenia control de su cuerpo, los nomos no son muy buenos nadando, y si bien había aprendido a hacerlo por la necesidad de conocer lo que el mar contaba, era cierto que no era muy bueno en esa labor, así que no pudo tener control en aquel momento y el aire se le escapo por la desesperación dejándolo casi inconsciente.
Sintió un ultimo jalón y de nuevo volvió a entrar aire en sus pulmones, por instinto se aferro a lo primero que encontró y aun sin tener clara la vista y entre intentos por sacar todo el liquido que había tragado fue saliendo del agua, apenas y pudo distinguir que estaba detrás de la cascada, sin saber cómo había conseguido llegar hasta la parte trasera y fue la melodía que sonaba ahí, lo que le hizo saber que estaba del otro lado, pues contrario al estruendo que se escucha afuera por el agua cayendo, del otro lado todos sabían que se escuchaba una melodía hermosa, triste pero hermosa, pues decían que aquella melodía cantaba las historias más tristes que el mar conocía, y eran las cascadas el llanto constante del mar, que soltaba en ofrenda a aquellas historias tan hermosas y tristes.
Así el nomo aun tratando de recuperar el aliento miraba con asombro aquella cueva de cristales que le rodeaba, cristales que se acumulaban de cuando la Luna tocaba las aguas de los ríos y las convertía de liquidas a solidas, volviéndose cristales que descomponían la luz de la Luna llenando de colores aquellas orillas, muchas veces el mar conseguía recolectar los cristales más hermosos y los escondía detrás de sus cascadas, tan solo para que quien se atreviera a cruzar aquellas lagrimas suyas encontrara una belleza tan sublime, solo unos cuantos conocían aquello, pues no es fácil animarse a cruzar tanta tristeza aunque fuera para encontrar aquella belleza.
El nomo acariciaba aquellos muros de cristal pensando en su Luna, pues sabía que en cada pedacito de cristal estaba un poco de su luz, y sentía que pronto podría acariciarla a ella; de momento un chapoteo le hizo voltear y se sorprendió cuando vio a seis tritones sentados en la orilla de aquellas piedras que rodeaban ese lado de la cascada.
-Perdonaras la rudeza nomo, nomo, pero consideramos que necesitabas ayuda para cruzar la base de la cascada, no era nuestra intención lastimarte, jamás le haríamos daño a ninguna criatura, somos demasiado hermosos para contener maldad, y aunque solo seas un nomo, quisimos ayudarte al ver que te estaba costando trabajo cruzar la cascada, pero dinos querido nomo, nomo, ¿Qué te hizo tener valor para cruzar la cascada? ¿Has venido por algunos cristales para cambiarlos por tabaco, café o cacao? Porque no creemos que hayas venido solo a acariciar tu reflejo en los cristales, y no te ofendas nomo, nomo, solo que consideramos que necesitas valor para atreverte a mirar tu reflejo sobre un objeto tan hermoso como un cristal de Luna, cuéntanos nomo, nomo, ¿Qué te ha traído hasta aquí?
El nomo se intimido ante la belleza de aquellas seis criaturas, pues si las sirenas poseían una belleza excepcional, los tritones no habían sido negados de aquel encanto, así que las criaturas mas varoniles eran ellos, con los cuerpos más perfectos, casi como esculpidos por los artesanos más hábiles, cosa imposible, pues precisamente ningún artesano se atrevía a hacer una escultura de un tritón por la perfección que esto implicaba, y es que cada detalle en ellos era bello y masculino, perfecto, y cada detalle de ellos imponía siempre a cualquier otra criatura, y mucho mas al nomo, que carecía de cualquier tipo de belleza.
-¿Qué pasa nomo, nomo? ¿Es que acaso no sabes hablar? No dejes que nuestra belleza te deje mudo querido nomo, nomo, que para serte sinceros no es tan halagador que una criatura como tú se quede mudo ante nuestra belleza, anda querido nomo, nomo, que nuestro aspecto no te distraiga y cuéntanos que has venido a hacer hasta esta montaña.
El nomo estaba acostumbrado al desprecio, pues desde que fue convertido en nomo se había enfrentado a él, así que la soberbia de aquellos hermosos seis tritones no le causaba enfado, pero si era cierto que su belleza le intimidaba mucho, sin embargo gracias a ellos había cruzado la cascada y había conseguido contemplar aquella belleza que se escondía detrás de ella, si no hubiera sido por ellos seguramente hubiera tardado más de tres intentos en cruzarla y esto le retrasaría en su viaje, así que decidió contarles que había escuchado de aquel hechicero que vivía en la cima de aquella montaña y que necesitaba verlo.
-es cierto nomo, nomo, en la cima de esta montaña vive ese hechicero del que has oído, nosotros le hemos visto cuando subimos a la cima buscando muros de hielo que sean dignos de reflejar nuestra imagen, pero dinos querido nomo, nomo, ¿para qué le buscas? ¿Qué necesitas de él? Quizás nosotros podamos ayudarte a llegar hasta él y no tengas que perder tiempo escalando las rocas de esta montaña, que aunque garras tienes créenos que se necesita mucha habilidad y fuerza para poder escalarla, y tu aspecto no es el de una criatura hábil y fuerte, así que puedes contarnos querido nomo, nomo, que ya te hemos ayudado a llegar hasta este lado, mira que te tenemos consideración, pues habernos atrevido a tocar tus ásperos tobillos con nuestras suaves manos ya es muestra de que te tenemos consideración, cuéntanos nomo, nomo, ¿Qué necesitas del hechicero?
El nomo no sabía si contarles o no lo que necesitaba del hechicero, pues si bien era cierto que entre él y su Luna ya no temían demostrar lo que sentían, sabía muy bien que al hacerlo estaban rompiendo muchas leyes, demasiadas reglas, sobre todo la de sentir y gritar la palabra prohibida, pero a pesar de todo, él y su Luna ya no tenían miedo de que el mundo supiera lo que pasaba entre ellos, y tanto el nomo como la Luna, habían aprendido a mostrar sus sentimientos sin sentir vergüenza o miedo, así que se atrevió a contarles a aquellos seis hermosos tritones lo que necesitaba del hechicero, les mostro las semillas y les conto de su deseo de sorprender a su Luna esa misma noche con un árbol que diera las flores y las aves más hermosas, y que creciera tanto que pudiera estar junto a ella esa misma noche, el nomo al contarles todo aquello no pudo evitar mostrarles toda su emoción e ilusión con poder hacer feliz a su Luna, con poderla sentir por fin y sobre todo, con poder hacerle sentir esa misma noche a su Luna, la palabra prohibida, como nunca él la había sentido, como nunca su Luna la había sentido.
Al ver la emoción e ilusión del nomo, con hacer feliz a su Luna, los tritones sintieron más coraje en contra del nomo, y por la misma razón que las sirenas, pues a pesar de ser las criaturas más hermosas, jamás podrían sentir la palabra prohibida por otra criatura, solo por ellos mismos, solo por su reflejo, y ninguna criatura podría sentirla por ellos, pues el poder de su belleza simplemente hacia que ningún otro sentimiento más que encanto y admiración se les tuviera, así que les dio mucho coraje el ver que una criatura tan falta de virtudes y de belleza, pudiera ser capaz de sentir algo que ellos con toda su hermosura jamás sentirían, y que una criatura tan bella como la Luna, se viera atraída por esta horrible criatura y no por ellos, que tan hermosos eran, así que razones de sobra tenían para cumplir con lo acordado la noche anterior.
-nomo, nomo, de verdad que eres una criatura maldita, nomo, nomo, no solo fuiste negado de belleza o cualquier otra dote física, sino también de inteligencia, nomo, nomo, que ingenuo eres, o demasiado soberbio para ser la bestia que eres querido nomo, nomo, ¿Qué no sabes quién es la Luna? ¿No has visto lo hermosa que es? ¿Cómo se te ocurre que una criatura así de hermosa pueda fijarse en una criatura como tú? Nomo, nomo, no es posible que te hayas dejado envolver con su belleza, tan hermosa e inmensa ¿crees que se conformara con una simple bestia como tú? ¿Crees que podrías hacerla feliz con esa apariencia que tienes? Nomo, nomo, eres una bestia ingenua y es normal que te hayas dejado emocionar por la Luna, pues entendemos que no sean muchas las miradas que alguien se atreve a poner sobre ti, pero nomo, nomo, ¿la Luna? ¿De verdad le creíste que pudiera ser solo para ti?
El nomo se empequeñeció en ese momento, pues aunque entendía que los tritones no tenían idea de lo que él sentía por su Luna y su Luna por él, también entendía que sus palabras tenían razón, y que su Luna era hermosa y radiante y él un simple nomo, la criatura más horrible que podía habitar sobre la tierra, así que aunque los tritones jamás lograran entender la palabra prohibida, ellos si entendían de belleza, y su Luna era bella, era hermosa, y para él, su belleza era incomparable, y por lo tanto merecedora de las cosas más bellas, precisamente por eso estaba el ahí ese día, para conseguir que el hechicero le ayudara a crear el árbol con las flores y las aves más hermosas de aquel tiempo, tan solo para su Luna.
Los seis hermosos tritones se dieron cuenta de que habían conseguido hacer dudar al nomo, pero sabían que el nomo era necio, y que no se rendiría tan fácil y que tendrían que esforzarse más para convencerlo de que aquello era una locura.
-nomo, nomo, de verdad que eres ingenuo e idiota, ¿Cómo pudiste engañarte a ti mismo? Aunque bien sabemos que la Luna vanidosa es, y suele regalarle su brillo a cualquier criatura tan solo para que la volteen a ver, debió de ser fácil para ti creerle, pues seguramente no recibes muchas miradas, pero querido nomo, nomo, la Luna es así, necesita que la miren para sentirse hermosa, es como nosotros, aunque nos juzguen por pasar los días contemplando nuestro reflejo, nosotros no tratamos de engañar a nadie para que nos contemple y reconozca nuestra belleza, porque sabemos que ninguna criatura puede ser capaz de mirarnos con tanto asombro como nosotros mismos, pero la Luna, ¿tu Luna?, querido nomo, nomo, ella si necesita que los demás la volteen a ver, y no le basta con una sola criatura, por ser tan grande necesita mucha atención, y suele hacer que varias criaturas la miren desde diferentes lugares, nomo, nomo, ¿Cómo pudiste creer que solo te buscaba a ti? ¿Qué solo brillaba para ti? Eres ingenuo querido nomo, nomo, y te han engañado, has perdido el tiempo regalándole imágenes cuando del otro lado del mundo le regalan poemas y joyas, le regalan belleza como nosotros que le ofrecemos nuestra imagen para que se pueda ver reflejada en nuestros hermosos ojos, pero tu nomo, nomo, pensaste que unas imágenes le bastarían, nomo,nomo, si hasta el viento crea imágenes más bellas y se las regala a ella, quizás no las hayas visto porque suele esconderlas del otro lado donde tú no las puedas ver, nomo, nomo, querido nomo, que ingenuo eres.
El nomo sintió un dolor inmenso dentro de él, pues todo lo que le decían aquellos seis hermosos tritones estaba lleno de razón, ¿Cómo podía creer que era digno de una mirada de su Luna, de la Luna? Agacho la cabeza para que los tritones no vieran que sus ojos se habían empañado y al hacerlo vio su reflejo sobre los cristales de Luna que había en el piso de aquella cueva, se miró y sintió más dolor, pues tenían razón aquellas hermosas criaturas, él era horrible y la Luna, hasta en aquel pedacito de cristal era hermosa.
Sintió un dolor muy fuerte, más fuerte que el que sintió cuando fue transformado en nomo, sintió un dolor que le llenaba de vacío el interior, sintió un dolor que hizo correr sobre su horrible rostro lagrimas que fueron cayendo sobre los cristales de Luna, y al caer sobre ellos, se derretían.
-¿lo ves nomo, nomo?, hasta los cristales de Luna son deformados por tus lagrimas, algo tan hermoso como uno de estos pedacitos de Luna es deformado por tus asquerosas lagrimas, no vale la pena que te sigas engañando querido nomo, nomo, has cruzado tanta tierra en vano, solo por una ilusión tuya, solo por tu ingenuidad y por tu estupidez, querido nomo, nomo, ¿aun quieres subir a ver al hechicero? Si continuas con tus fantasías podemos llevarte para que tú solo te desengañes esta noche y te des cuenta de que a la Luna no le basta una criatura contemplándola, necesita más, y sobre todo necesita belleza y eso es algo que tú no puedes darle, nomo, nomo, no sigas engañándote, hazte un favor y vuelve a esconderte a los bosques, o a una cueva, y no dejes que la Luna te vea de nuevo, si de verdad sientes algo por ella, no dejes que tenga que padecer el aguantar tus horribles ojos sobre ella, y mucho menos que se refleje en ellos, porque ella merece ver su reflejo en algo hermoso y radiante como ella, no en la obscuridad de esos pequeños ojos que tienes encima de tus ojeras, anda nomo, nomo, mejor escóndete y no dejes que nadie te vea y le haces un favor a ella y a todas las criaturas, anda nomo, nomo, ese será un mejor presente para ella que tu ridículo árbol que al paso del tiempo podría secarse, anda nomo, nomo, ve y escóndete.
El nomo seco rápidamente sus lagrimas, al ver lo que les pasaba a los cristales de Luna cuando caían sobre ellos, tallo fuerte sus ojos y levanto la mirada hacia aquellos seis hermosos tritones, les vio y vio la belleza misma en sus ojos, en sus cuerpos, en sus cabellos, y vio en el reflejo de sus ojos, la fealdad que lo cubría a él, por dentro tenía un vacío que jamás había sentido, era como si ya no tuviera vida, metió su garrita al bolsillo de su traje y saco las semillas que había juntado, llenas de colores y de formas hermosas, y seguramente si conseguía convencer a aquel hechicero, darían vida al árbol más hermoso, con las flores y las aves más hermosas que sobre la tierra se pudieran ver, y seria ese el regalo más hermoso que la Luna podría recibir…
-de la criatura más horrible sobre el planeta.
Dijo el nomo y soltó las semillas sobre aquel suelo cubierto de cristales de Luna.
Se acercó hacia la orilla abriéndose paso entre los seis hermosos tritones, miró las aguas de aquella cueva y de nuevo volvió a ver su reflejo gritándole toda su fealdad, pero ya no aguanto más, levanto su horrible rostro y cerró los ojos, suspiro y se dejo caer a aquellas aguas llenas de tristeza, ahora no solo era la tristeza de aquellas lagrimas del mar, ahora también se mezclaba la tristeza del nomo con sus lagrimas y eran estas las que lo arrastraban hasta el otro lado de la cascada.

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