Eran tiempos diferentes, tiempos en que la magia corría libre dentro de aquellos bosques, y reinos, dentro de cada criatura que latía, dentro de cada grano de polvo que bailaba de un lugar a otro por medio del viento, eran tiempos muy diferentes, tan diferentes que la Luna sonreía solo para el nomo, y el nomo, gritaba la palabra prohibida solo para la Luna, para su Luna.
Pasaron muchas noches así, entre imágenes y sonrisas pálidas, entre diálogos en donde solo era la voz chillona del nomo la que recorría las ramas de aquellos arboles, pasaron muchas noches así, y aunque el nomo estaba rompiendo muchas reglas, ya las criaturas que insomnes le acompañaban por la madrugada, sabían que el nomo no pensaba, que el nomo no había escarmentado nada por su condena y que después de todo ya era un condenado, y peor condena no podría recibir, así que ninguna de las criaturas se atrevía a criticar aquella locura del nomo, ni a señalarle para juzgarle, para condenarle de nuevo, su locura y su estupidez no hacían daño a nadie, y por ser la criatura más horrible, las criaturas que le rodeaban le tenían un poco de lastima y le dejaban en paz, muchas veces hasta disfrutando de las cosas que el nomo les contaba solía hacer por su Luna.
Todo parecía estar en calma, y las cosas en aquellos días entre el nomo y su Luna avanzaban y crecían, pese a ser violaciones a muchas reglas, a nadie parecía inconformarles y el nomo podía estar en calma gritándole la palabra prohibida a su Luna cada noche, aunque algunas veces esa calma y alegría del nomo se opacaba durante el día, cuando sentía unas inmensas ganas de acercarse un poco a su Luna y sentirla y que ella lo sintiera.
Poco a poco algunas criaturas comenzaron a darse cuenta de las cosas que sucedían en aquellos días, o más bien noches, llegaban a los lejos los rumores de que algo le pasaba a la Luna, pues no dejaba de brillar cada noche y desde hacia tiempo no dejaba de menguar, sin saber porque, muchos comenzaron a inventar historias a aquellos suceso, algunos decían que la tierra estaba creciendo, y que era por eso que la silueta de la Luna permanecía menguando, pues la sombra de la tierra era más grande ahora, otras historias eran más pesimistas, pero ninguna se acercaba a la realidad, y nadie sabía que si la Luna menguaba era porque el nomo la hacia sonreír, y ella a él.
Unas de las criaturas más hermosas que habitaban aquellos tiempos eran las sirenas, poseían cualidades especiales, pues además de poder volar hasta llegar a las montañas más altas, también era cierto que con su incomparable belleza eran capaces de persuadir a cualquier criatura de hacer o de pensar lo que ellas quisieran, precisamente por saberse tan hermosas, eran vanidosas y envidiosas, ellas solían creer que la Luna se reflejaba sobre las aguas para poder contemplar su belleza y creían que la Luna estaba maravillada con ellas, y que les envidiaba por ser así de hermosas.
Solían jugar a colocarse el reflejo de la Luna sobre su cabeza, solo para burlarse de la Luna, solo para fingir que ellas la respetaba o admiraban, y con el afán escondido, de hacerle saber que jamás podría ser tan hermosa como ellas, aunque fueran solo ellas quienes creían tan sublime su encanto, así que cuando la Luna dejo de asomarse por las aguas y se dedicaba a asomarse a las copas de los arboles donde sabia que se escondía el nomo, estas se pusieron celosas, demasiado celosas, pues no concebían que alguna otra criatura pudiese quitarles la atención de la Luna.
Fueron a escondidas a buscar donde pasaba las noches la Luna, subieron por los ríos preguntándoles a otras criaturas si sabían donde pasaba las noches, y así poco a poco fueron acercándose a los bosques donde el nomo le gritaba la palabra prohibida, al escuchar aquello las sirenas sintieron mas celos, y coraje, pues ellas pese a ser tan hermosas, jamás habían escuchado para ellas la palabra prohibida, pues su belleza era tan poderosa, que las criaturas que les admiraban solo estaban a su lado por ese hechizo, y nada más, así que sintieron coraje contra la Luna, contra el nomo, y contra aquella palabra prohibida.
Ellas no podían creer que alguien les diera la espalda, era inaudito que alguna criatura prefiriera voltear a ver a un horrible nomo, en lugar de mirarlas a ellas, así que armaron un consejo entre tritones y sirenas, buscando ponerle fin a tal ofensa, pues no podían tolerar que alguien más tuviera tanta atención, aunque más que por la atención, lo que enfadaba más a las sirenas y tritones era el no ser capaces de sentir aquella palabra, más que por ellos mismos, pues era bien sabido que si algo amaban esas hermosas criaturas era su reflejo, era incluso por eso que solían subir a las montañas más altas, pues ahí las piedras cubiertas de hielo les hacían ver imponentes y blancas, por encima de cualquier otra criatura.
Así organizaron un plan para ponerle fin a aquello, y que la Luna volviera a asomarse sobre las aguas de aquellos tiempos, y poder sentir que se asomaba para mirarles, y que el nomo, entendiera de una buena vez que no era digno de tanta atención.
A la mañana siguiente después de organizar su plan, las sirenas fueron siguiendo a la Luna hasta el mar que estaba del otro lado del planeta, y un grupo de tritones subió por los ríos buscando al nomo, le encontraron recogiendo semillas de una jacarandá, pues un hada le había contado que en una de las montañas existía un hechicero que era capaz de hacer magia tan poderosa que era temido por los otros hechiceros, le había dicho el hada que por ser tan viejo, conocía muchos árboles y sus secretos, así como los secretos de las criaturas más viejas y sabias de aquellos lugares, el nomo pensaba en juntar semillas de algún árbol y llevárselas a aquel hechicero, para pedirle que las volviera semillas mágicas capaces de crecer muy alto, tan alto que él pudiera alcanzar su Luna.
Esa mañana del otro lado del mundo y siendo una noche diferente, la Luna también se encontraba contenta, pues el nomo le había contado su plan de ir a buscar a aquel hechicero, y sentía que faltaba muy poco para poder estar cerca del nomo, así de lados opuestos del mundo, uno sentía la misma felicidad que el otro, y estaban dispuestos a todo por poder estar juntos.
Pero no contaban con los planes que las sirenas y tritones tenían, no contaban con que la envidia que les habían despertado a aquellas hermosas criaturas era tan grande que estaban dispuestas a todo para separarlos, y conseguir de nuevo la atención de la Luna, quizás hubiera sido muy fácil simplemente matar al nomo, pero ellas sabían que eso haría que la Luna por tristeza quizás dejara de dar vueltas alrededor de la tierra y prefiriera escaparse por la pena, así que tenían que hacer que el desencanto fuera certero, pero que no les alejara de su atención, y sabiendo que a final de cuentas la Luna tenia alma femenina, optaron por ocasionarle una decepción.
Sabían que el nomo era demasiado necio, y estúpido como para poder entender que tenía que alejarse de la Luna, y sabían que con el paso del tiempo el nomo había aprendido a ser feliz, siendo nomo, así que buscaron la manera de poder decepcionarlo, pero no de la Luna, pensaron en hacer que se decepcionara de sí mismo, para que por fin se diera cuenta de que una bestia de tan horripilante aspecto, no podía sentir aquella palabra, pues no era digna de aquello, si un tritón o una sirena aun con su imponente belleza no podía sentirla, una criatura tan repugnante como el nomo, mucho menos, así que tendrían que enseñarle de manera cruel lo que era, esperando que esta vez aprendiera algo.
Las sirenas se acercaron a la Luna
-Luna, Luna, ¿Qué te ha hecho alejarte de las aguas? Hace mucho tiempo que no te vemos y nos tienes preocupadas ¿acaso estas enferma? ¿Te han hechizado? Cuéntanos Luna, que nosotras te podemos ayudar si es que has enfermado, sabes que eres muy importante para nosotras y que cada anochecer te esperamos para poder verte, porque la luz con que enmarcas nuestros rostros nadie la tiene, así que si somos hermosas es por ti nuestra querida Luna, dinos que te ha pasado.
La Luna pese a tener la misma edad que el sol, era muy inocente, y por la distancia que le separaba de las criaturas de la tierra no conocía muchas cosas, sobre todo los sentimientos que habitan dentro de algunas criaturas, así ella no entendía de envidias, no entendía de codicia, ni de vanidades, no entendía de la maldad con que se sienten algunas cosas, pero entendía la soledad y la distancia, el no poder estar al lado de alguien para secarle una lagrima, el no poder tomar de la mano para dar valor, si bien la Luna inspiraba muchos sentimientos, también es cierto que ella pocos sentimientos conocía, precisamente la palabra prohibida era algo completamente nuevo para ella, pues a pesar de muchas veces escuchar que alguien la mencionaba al mirarla, ella sabía que no la decían por ella o para ella, hasta que el nomo la miro, hasta que el nomo se atrevió a mirarla.
Así que al escuchar a las sirenas la Luna no entendió que tras sus palabras estaba la maldad que habitaba dentro de lellas, y con su silueta menguando dejo que un poco de polvo de estrellas cayera sobre las aguas en las que estaban sumergidas las sirenas para que este polvo les contara lo que pasaba esas noches en que había estado desatenta de las sirenas, pero muy al pendiente de su nomo.
Esto no hacía falta pues las sirenas ya conocían la historia, y sabían que era precisamente por el horrible nomo que ella les había dejado de mirar, así que fingiendo sorpresa y falso entusiasmo dejaron que el polvo de las estrellas les trazara sobre la superficie de las aguas la historia del nomo y su Luna.
-ay Luna, Luna, perdona que seamos nosotras quienes te tengamos que advertir sobre tu error, pero es que te queremos tanto que no queremos verte sufrir y menos por una criatura tan horrible como ese nomo.
Pusieron cara de tristeza y de reojo miraron que la Luna con su sonrisa menguando, cambio de tono, haciendo su brillo desaparecer.
-así es Luna, Luna, el nomo no es una criatura digna de ti y de tu atención, él no te corresponde como tú lo haces, además de que su apariencia es horrible por fuera, tanto como por dentro, y está lleno de engaños y de mentiras, no es sincero contigo Luna, Luna, te ha estado engañando y mereces saberlo, porque nosotras te queremos demasiado y sabemos que es lo mejor para ti, y una criatura tan horrible no te merece Luna, Luna.
La Luna intrigada trato de acercarse un poco a la tierra, pero no podía, y la única señal de sus sentimientos en aquel momento era que su brillo había desaparecido por completo, tan solo era una mancha gris, en medio de aquel obscuro cielo, incluso las estrellas habían dejado de brillar pues ellas sintieron la tristeza de la Luna al escuchar las voces de las sirenas.
-Luna, Luna, hemos visto al nomo hablando con otras criaturas, menos hermosas que tu o nosotras, y le hemos visto decirles también la palabra prohibida, de la misma manera en que te la dice a ti, Luna, Luna, nosotras nos enfadamos mucho, porque sabes que esa palabra es especial y que no se debe de pronunciar, pero ese horrible nomo suele acercarse a cualquier criatura para susurrarle aquella palabra, de manera tan vulgar que muchas veces hemos estado a punto de pedir que de nuevo sea juzgado y le impongan un mayor castigo, porque al parecer ser nomo no le basto, pero no hemos sabido con quien dirigirnos, y por su aspecto tan horrible, nadie quiere ir a apresarlo, Luna,Luna, nos da mucha pena decirte esto, porque sabemos que te ha engañado a ti y no sabes cómo nos duele tener que decirte esto y ser nosotras quienes te quitemos esa sonrisa de tu hermoso rostro, Luna, Luna, pobre de ti, Luna, Luna.
La Luna sintió en ese momento un dolor que jamás había sentido, pues la Luna nunca antes había sentido dolor, pero las palabras de aquellas sirenas habían logrado cruzar toda la distancia que había entre ellas y la Luna logrando meterse dentro de lo más profundo de su blanca piel.
-Luna, Luna, no debes sentirte mal, ese horrible nomo no merece que te sientas así, además sabes que siempre nos tendrás a nosotras que hemos estado mucho más tiempo que el nomo reflejando nuestra belleza en tu rostro, no debes de sentirte mal Luna, Luna, solo eres una víctima de su maldad, él no ha sido sincero contigo, si de verdad sintiera todo lo que te dice, sabría que una criatura tan horrible y estúpida como él, no es digna de tu atención, él no es bello Luna, Luna, como tú, o como nosotras, que solo te ofrecemos nuestra belleza cada que te acercas a mirarnos, él no tiene nada que ofrecerte, más que su fealdad, y esas imágenes ridículas que ha utilizado para hacerte sentir sus mentiras, pero hasta el viento hace mejores imágenes para ti Luna, Luna, no debes sentirte mal, solo fuiste una de sus víctimas, solo fuiste eso Luna, Luna.
La Luna pese a cada palabra que escuchaba de aquellas sirenas, no podía creer aquello, sintió cada una de las imágenes que había guardado sobre su piel, cada una de esas noches en que copiaba sobre ella las imágenes del nomo, con las inmensas ganas de que fueran sus garras las que le trazaran aquellas imágenes, sintió que todo era verdad, que todo lo que el nomo le había gritado era verdad, ella se había sentido especial por primera vez, había sentido la palabra prohibida por primera vez, y había sido por el nomo, por la manera única en que el nomo la miraba, por eso no sentía vergüenza de dejarse ver con la piel tatuada de aquellas imágenes, por eso no sentía vergüenza de que le supieran atenta al nomo, y ansiosa de poder verlo, por eso no le importaba gritar en el polvo de las estrellas lo que sentía por el nomo, no le importaba que otros leyeran sobre las imágenes lo que sentía, por primera vez, por única vez, pero ahora todo parecía ser una mentira, sin saber porque, o entender la razón que tendría el nomo para haberle hecho sentir aquello siendo mentira, siendo una farsa, la Luna sintió en ese momento una tristeza inmensa, tan inmensa como lo que sentía unos momentos antes de que comenzara a escuchar a las sirenas.
-no debes preocuparte Luna, Luna, él no merece que tú te sientas así, y ya te lo hemos dicho, nosotras estaremos contigo siempre, porque nos preocupas, porque somos sinceras y te queremos mucho, y sabes que las criaturas como nosotros, con esta belleza tan grande merecemos más que la atención y las mentiras e un horrible nomo, no estés triste Luna, Luna, que él no lo merece, déjanos ayudarte Luna, Luna, mandaremos a una de nosotras para que le cuente a los tritones el daño que te ha hecho el nomo para que se encarguen de él, no te preocupes Luna, Luna, siempre estaremos contigo.
Una de las sirenas se separo de aquel grupo y fingió marcharse a toda prisa para hacerle creer a la Luna que iría a informarle a los tritones de aquello que le contaban, pero tan solo fue a esconderse tras unos corales para poder reírse sin que la Luna se diera cuenta.
La Luna desde lo alto y completamente ausente de brillo, por sentir dentro un poco de duda trato de evitar que las sirenas fueran a avisarle a los tritones, pero estas siguieron ante las dudas de la Luna con sus engaños, para las sirenas era muy fácil convencer a cualquier criatura de algo, y convencer a la Luna que con toda su inocencia no conocía de muchas cosas, fue algo muy sencillo para aquellas criaturas, su plan para recuperar la atención de la Luna estaba funcionando y si los tritones hacían su parte, era seguro que esa misma noche pudieran de nuevo sentir la atención de la Luna sobre las aguas de aquellos lugares.
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