LAS LUNAS DEL NOMO

RUY

martes, 25 de marzo de 2014

CUENTO DE NOMOS PARA DORMIR PRINCESAS CAPITULO FINAL Tercera parte

Los tritones después de haber escuchado que el nomo andaba recogiendo semillas para ir a ver a un hechicero, lo esperaron a las faldas de aquella montaña donde vivía aquel sabio hechicero, el nomo había pasado los primeros instantes de la mañana buscando las semillas más bonitas, las de aquellos arboles que tuvieran los colores más intensos y de donde pudieran nacer las flores y aves más hermosas, él había pensado que si mezclaba aquellas semillas, tanto las flores como las aves serian el regalo perfecto para su Luna, pues serian las flores y aves más hermosas sobre aquellas tierras, y con esto quería demostrarle a su Luna que para él, ella era la criatura más hermosa y que merecía precisamente los regalos más bellos.
Emocionado cruzo varios ríos y bosques, pues la montaña donde vivía el hechicero quedaba lejos de aquel lugar donde de madrugada se había despedido de su Luna, corrió como la bestia que era y pese a siempre estarse distrayendo con las cosas y criaturas que encontraba a su camino, esta vez había conseguido que nada le distrajera, y corrió y corrió, cruzo bosques, ríos y montañas, tan solo para llegar antes de medio día hasta la montaña donde el hechicero vivía, así tendría tiempo de sembrar las semillas encantadas y en el transcurso del día podría crecer su nuevo árbol, así sorprendería a su Luna al asomarse esa noche y encontrarlo por fin cerca de ella, la emoción de aquella ilusión le hacía correr más aprisa, a pesar de que las piernas ya le temblaban y que el traje azul que usaba ya se le pegaba al cuerpo por la mezcla de sudor y agua de aquellos ríos que había cruzado.
Por fin desde una colina pequeña, logro ver la imponente montaña, más alta que todas las que había escalado en esa travesía y en su vida, era tan alta que la cima no se alcanzaba a ver, y escondida tras un cumulo de nubes estaba aun mas alta la cueva donde vivía aquel hechicero que le ayudaría a darle a su Luna la ofrenda que mejor podría demostrar lo que sentía por ella, pues ahora para el nomo y su Luna, gritar la palabra prohibida ya no era suficiente, y habían aprendido a sentirla y gritársela de mil maneras diferentes, entre las imágenes que el nomo le dibujaba con las hojas y flores de los arboles, entre las copias de aquellas imágenes que la Luna se tatuaba sobre su piel, deseando que fueran las garritas del nomo quienes le trazaran su blanca piel, entre el desafío que era llevar aquellas emociones a ese grado, pues sabían los dos que estaban rompiendo muchas reglas de aquellos tiempos, aun así, ellos aprendieron a gritarse aquella palabra sin tener que decirla.
Bajó de la colina y se acerco al río que comenzaba a fluir desde una cascada que estaba al pie de aquella montaña, el sol aun no brillaba en lo más alto, así que había llegado con buen tiempo y si lograba escalar aprisa, podría conseguir que aquella ilusión de sorprender a su Luna esa noche se volviera realidad, pero el nomo no sabía que detrás de la cascada se escondían los tritones, dispuestos a terminar con aquel absurdo y recuperar la atención de la Luna, y poder sentirse nuevamente, junto con las sirenas, las criaturas más hermosas y con mayor atención sobre la tierra.
El nomo bajó de aquella colina y buscando quitarse un poco el sudor de encima y refrescarse para la escalada más grande que haría en toda su vida, se metió al río, fue nadando con dificultad, pues la cascada era muy alta y esto hacia que el río corriera con mucho más fuerza que otros ríos, fue nadando contra su cansancio, contra la corriente del río, contra las leyes de aquellos tiempos, contra todo y contra todos, fue nadando, pues lo que sentía por su Luna le daba fuerzas para seguir adelante a pesar de todo, a pesar de ser un nomo.
Al acercarse al pie de la cascada tuvo que sujetarse de unas piedras, y jadeando como desesperado el aire húmedo de aquella cascada pensó que ya le faltaba poco, si conseguía pasar por detrás de la cascada solo le quedaría escalar y por sus garras escalar era algo que le resultaba fácil al nomo, así que jalando todo el aire que le fue posible, se sumergió para nadar por debajo de aquella cascada, fue más difícil de lo que él pensó, y la corriente lo arrastraba alejándolo de la base, así que tuvo que nadar más profundo para evitar retroceder, o intentar sujetarse de algunas piedras, y así conseguir cruzar.
Estaba cerca del fondo y consiguió ver unas piedras de las que podría sujetarse, así que haciendo un nuevo esfuerzo trato de llegar hasta ellas, pero antes de que pudiera tocarlas, sintió un jalón en los tobillos que le arrastro, sin que por mas braceadas que diera pudiera controlar la dirección, trataba de mirar que le sujetaba los pies jalándolo y sacudiéndolo, pero entre los tirones y la corriente no tenia control de su cuerpo, los nomos no son muy buenos nadando, y si bien había aprendido a hacerlo por la necesidad de conocer lo que el mar contaba, era cierto que no era muy bueno en esa labor, así que no pudo tener control en aquel momento y el aire se le escapo por la desesperación dejándolo casi inconsciente.
Sintió un ultimo jalón y de nuevo volvió a entrar aire en sus pulmones, por instinto se aferro a lo primero que encontró y aun sin tener clara la vista y entre intentos por sacar todo el liquido que había tragado fue saliendo del agua, apenas y pudo distinguir que estaba detrás de la cascada, sin saber cómo había conseguido llegar hasta la parte trasera y fue la melodía que sonaba ahí, lo que le hizo saber que estaba del otro lado, pues contrario al estruendo que se escucha afuera por el agua cayendo, del otro lado todos sabían que se escuchaba una melodía hermosa, triste pero hermosa, pues decían que aquella melodía cantaba las historias más tristes que el mar conocía, y eran las cascadas el llanto constante del mar, que soltaba en ofrenda a aquellas historias tan hermosas y tristes.
Así el nomo aun tratando de recuperar el aliento miraba con asombro aquella cueva de cristales que le rodeaba, cristales que se acumulaban de cuando la Luna tocaba las aguas de los ríos y las convertía de liquidas a solidas, volviéndose cristales que descomponían la luz de la Luna llenando de colores aquellas orillas, muchas veces el mar conseguía recolectar los cristales más hermosos y los escondía detrás de sus cascadas, tan solo para que quien se atreviera a cruzar aquellas lagrimas suyas encontrara una belleza tan sublime, solo unos cuantos conocían aquello, pues no es fácil animarse a cruzar tanta tristeza aunque fuera para encontrar aquella belleza.
El nomo acariciaba aquellos muros de cristal pensando en su Luna, pues sabía que en cada pedacito de cristal estaba un poco de su luz, y sentía que pronto podría acariciarla a ella; de momento un chapoteo le hizo voltear y se sorprendió cuando vio a seis tritones sentados en la orilla de aquellas piedras que rodeaban ese lado de la cascada.
-Perdonaras la rudeza nomo, nomo, pero consideramos que necesitabas ayuda para cruzar la base de la cascada, no era nuestra intención lastimarte, jamás le haríamos daño a ninguna criatura, somos demasiado hermosos para contener maldad, y aunque solo seas un nomo, quisimos ayudarte al ver que te estaba costando trabajo cruzar la cascada, pero dinos querido nomo, nomo, ¿Qué te hizo tener valor para cruzar la cascada? ¿Has venido por algunos cristales para cambiarlos por tabaco, café o cacao? Porque no creemos que hayas venido solo a acariciar tu reflejo en los cristales, y no te ofendas nomo, nomo, solo que consideramos que necesitas valor para atreverte a mirar tu reflejo sobre un objeto tan hermoso como un cristal de Luna, cuéntanos nomo, nomo, ¿Qué te ha traído hasta aquí?
El nomo se intimido ante la belleza de aquellas seis criaturas, pues si las sirenas poseían una belleza excepcional, los tritones no habían sido negados de aquel encanto, así que las criaturas mas varoniles eran ellos, con los cuerpos más perfectos, casi como esculpidos por los artesanos más hábiles, cosa imposible, pues precisamente ningún artesano se atrevía a hacer una escultura de un tritón por la perfección que esto implicaba, y es que cada detalle en ellos era bello y masculino, perfecto, y cada detalle de ellos imponía siempre a cualquier otra criatura, y mucho mas al nomo, que carecía de cualquier tipo de belleza.
-¿Qué pasa nomo, nomo? ¿Es que acaso no sabes hablar? No dejes que nuestra belleza te deje mudo querido nomo, nomo, que para serte sinceros no es tan halagador que una criatura como tú se quede mudo ante nuestra belleza, anda querido nomo, nomo, que nuestro aspecto no te distraiga y cuéntanos que has venido a hacer hasta esta montaña.
El nomo estaba acostumbrado al desprecio, pues desde que fue convertido en nomo se había enfrentado a él, así que la soberbia de aquellos hermosos seis tritones no le causaba enfado, pero si era cierto que su belleza le intimidaba mucho, sin embargo gracias a ellos había cruzado la cascada y había conseguido contemplar aquella belleza que se escondía detrás de ella, si no hubiera sido por ellos seguramente hubiera tardado más de tres intentos en cruzarla y esto le retrasaría en su viaje, así que decidió contarles que había escuchado de aquel hechicero que vivía en la cima de aquella montaña y que necesitaba verlo.
-es cierto nomo, nomo, en la cima de esta montaña vive ese hechicero del que has oído, nosotros le hemos visto cuando subimos a la cima buscando muros de hielo que sean dignos de reflejar nuestra imagen, pero dinos querido nomo, nomo, ¿para qué le buscas? ¿Qué necesitas de él? Quizás nosotros podamos ayudarte a llegar hasta él y no tengas que perder tiempo escalando las rocas de esta montaña, que aunque garras tienes créenos que se necesita mucha habilidad y fuerza para poder escalarla, y tu aspecto no es el de una criatura hábil y fuerte, así que puedes contarnos querido nomo, nomo, que ya te hemos ayudado a llegar hasta este lado, mira que te tenemos consideración, pues habernos atrevido a tocar tus ásperos tobillos con nuestras suaves manos ya es muestra de que te tenemos consideración, cuéntanos nomo, nomo, ¿Qué necesitas del hechicero?
El nomo no sabía si contarles o no lo que necesitaba del hechicero, pues si bien era cierto que entre él y su Luna ya no temían demostrar lo que sentían, sabía muy bien que al hacerlo estaban rompiendo muchas leyes, demasiadas reglas, sobre todo la de sentir y gritar la palabra prohibida, pero a pesar de todo, él y su Luna ya no tenían miedo de que el mundo supiera lo que pasaba entre ellos, y tanto el nomo como la Luna, habían aprendido a mostrar sus sentimientos sin sentir vergüenza o miedo, así que se atrevió a contarles a aquellos seis hermosos tritones lo que necesitaba del hechicero, les mostro las semillas y les conto de su deseo de sorprender a su Luna esa misma noche con un árbol que diera las flores y las aves más hermosas, y que creciera tanto que pudiera estar junto a ella esa misma noche, el nomo al contarles todo aquello no pudo evitar mostrarles toda su emoción e ilusión con poder hacer feliz a su Luna, con poderla sentir por fin y sobre todo, con poder hacerle sentir esa misma noche a su Luna, la palabra prohibida, como nunca él la había sentido, como nunca su Luna la había sentido.
Al ver la emoción e ilusión del nomo, con hacer feliz a su Luna, los tritones sintieron más coraje en contra del nomo, y por la misma razón que las sirenas, pues a pesar de ser las criaturas más hermosas, jamás podrían sentir la palabra prohibida por otra criatura, solo por ellos mismos, solo por su reflejo, y ninguna criatura podría sentirla por ellos, pues el poder de su belleza simplemente hacia que ningún otro sentimiento más que encanto y admiración se les tuviera, así que les dio mucho coraje el ver que una criatura tan falta de virtudes y de belleza, pudiera ser capaz de sentir algo que ellos con toda su hermosura jamás sentirían, y que una criatura tan bella como la Luna, se viera atraída por esta horrible criatura y no por ellos, que tan hermosos eran, así que razones de sobra tenían para cumplir con lo acordado la noche anterior.
-nomo, nomo, de verdad que eres una criatura maldita, nomo, nomo, no solo fuiste negado de belleza o cualquier otra dote física, sino también de inteligencia, nomo, nomo, que ingenuo eres, o demasiado soberbio para ser la bestia que eres querido nomo, nomo, ¿Qué no sabes quién es la Luna? ¿No has visto lo hermosa que es? ¿Cómo se te ocurre que una criatura así de hermosa pueda fijarse en una criatura como tú? Nomo, nomo, no es posible que te hayas dejado envolver con su belleza, tan hermosa e inmensa ¿crees que se conformara con una simple bestia como tú? ¿Crees que podrías hacerla feliz con esa apariencia que tienes? Nomo, nomo, eres una bestia ingenua y es normal que te hayas dejado emocionar por la Luna, pues entendemos que no sean muchas las miradas que alguien se atreve a poner sobre ti, pero nomo, nomo, ¿la Luna? ¿De verdad le creíste que pudiera ser solo para ti?
El nomo se empequeñeció en ese momento, pues aunque entendía que los tritones no tenían idea de lo que él sentía por su Luna y su Luna por él, también entendía que sus palabras tenían razón, y que su Luna era hermosa y radiante y él un simple nomo, la criatura más horrible que podía habitar sobre la tierra, así que aunque los tritones jamás lograran entender la palabra prohibida, ellos si entendían de belleza, y su Luna era bella, era hermosa, y para él, su belleza era incomparable, y por lo tanto merecedora de las cosas más bellas, precisamente por eso estaba el ahí ese día, para conseguir que el hechicero le ayudara a crear el árbol con las flores y las aves más hermosas de aquel tiempo, tan solo para su Luna.
Los seis hermosos tritones se dieron cuenta de que habían conseguido hacer dudar al nomo, pero sabían que el nomo era necio, y que no se rendiría tan fácil y que tendrían que esforzarse más para convencerlo de que aquello era una locura.
-nomo, nomo, de verdad que eres ingenuo e idiota, ¿Cómo pudiste engañarte a ti mismo? Aunque bien sabemos que la Luna vanidosa es, y suele regalarle su brillo a cualquier criatura tan solo para que la volteen a ver, debió de ser fácil para ti creerle, pues seguramente no recibes muchas miradas, pero querido nomo, nomo, la Luna es así, necesita que la miren para sentirse hermosa, es como nosotros, aunque nos juzguen por pasar los días contemplando nuestro reflejo, nosotros no tratamos de engañar a nadie para que nos contemple y reconozca nuestra belleza, porque sabemos que ninguna criatura puede ser capaz de mirarnos con tanto asombro como nosotros mismos, pero la Luna, ¿tu Luna?, querido nomo, nomo, ella si necesita que los demás la volteen a ver, y no le basta con una sola criatura, por ser tan grande necesita mucha atención, y suele hacer que varias criaturas la miren desde diferentes lugares, nomo, nomo, ¿Cómo pudiste creer que solo te buscaba a ti? ¿Qué solo brillaba para ti? Eres ingenuo querido nomo, nomo, y te han engañado, has perdido el tiempo regalándole imágenes cuando del otro lado del mundo le regalan poemas y joyas, le regalan belleza como nosotros que le ofrecemos nuestra imagen para que se pueda ver reflejada en nuestros hermosos ojos, pero tu nomo, nomo, pensaste que unas imágenes le bastarían, nomo,nomo, si hasta el viento crea imágenes más bellas y se las regala a ella, quizás no las hayas visto porque suele esconderlas del otro lado donde tú no las puedas ver, nomo, nomo, querido nomo, que ingenuo eres.
El nomo sintió un dolor inmenso dentro de él, pues todo lo que le decían aquellos seis hermosos tritones estaba lleno de razón, ¿Cómo podía creer que era digno de una mirada de su Luna, de la Luna? Agacho la cabeza para que los tritones no vieran que sus ojos se habían empañado y al hacerlo vio su reflejo sobre los cristales de Luna que había en el piso de aquella cueva, se miró y sintió más dolor, pues tenían razón aquellas hermosas criaturas, él era horrible y la Luna, hasta en aquel pedacito de cristal era hermosa.
Sintió un dolor muy fuerte, más fuerte que el que sintió cuando fue transformado en nomo, sintió un dolor que le llenaba de vacío el interior, sintió un dolor que hizo correr sobre su horrible rostro lagrimas que fueron cayendo sobre los cristales de Luna, y al caer sobre ellos, se derretían.
-¿lo ves nomo, nomo?, hasta los cristales de Luna son deformados por tus lagrimas, algo tan hermoso como uno de estos pedacitos de Luna es deformado por tus asquerosas lagrimas, no vale la pena que te sigas engañando querido nomo, nomo, has cruzado tanta tierra en vano, solo por una ilusión tuya, solo por tu ingenuidad y por tu estupidez, querido nomo, nomo, ¿aun quieres subir a ver al hechicero? Si continuas con tus fantasías podemos llevarte para que tú solo te desengañes esta noche y te des cuenta de que a la Luna no le basta una criatura contemplándola, necesita más, y sobre todo necesita belleza y eso es algo que tú no puedes darle, nomo, nomo, no sigas engañándote, hazte un favor y vuelve a esconderte a los bosques, o a una cueva, y no dejes que la Luna te vea de nuevo, si de verdad sientes algo por ella, no dejes que tenga que padecer el aguantar tus horribles ojos sobre ella, y mucho menos que se refleje en ellos, porque ella merece ver su reflejo en algo hermoso y radiante como ella, no en la obscuridad de esos pequeños ojos que tienes encima de tus ojeras, anda nomo, nomo, mejor escóndete y no dejes que nadie te vea y le haces un favor a ella y a todas las criaturas, anda nomo, nomo, ese será un mejor presente para ella que tu ridículo árbol que al paso del tiempo podría secarse, anda nomo, nomo, ve y escóndete.
El nomo seco rápidamente sus lagrimas, al ver lo que les pasaba a los cristales de Luna cuando caían sobre ellos, tallo fuerte sus ojos y levanto la mirada hacia aquellos seis hermosos tritones, les vio y vio la belleza misma en sus ojos, en sus cuerpos, en sus cabellos, y vio en el reflejo de sus ojos, la fealdad que lo cubría a él, por dentro tenía un vacío que jamás había sentido, era como si ya no tuviera vida, metió su garrita al bolsillo de su traje y saco las semillas que había juntado, llenas de colores y de formas hermosas, y seguramente si conseguía convencer a aquel hechicero, darían vida al árbol más hermoso, con las flores y las aves más hermosas que sobre la tierra se pudieran ver, y seria ese el regalo más hermoso que la Luna podría recibir…
-de la criatura más horrible sobre el planeta.
Dijo el nomo y soltó las semillas sobre aquel suelo cubierto de cristales de Luna.
Se acercó hacia la orilla abriéndose paso entre los seis hermosos tritones, miró las aguas de aquella cueva y de nuevo volvió a ver su reflejo gritándole toda su fealdad, pero ya no aguanto más, levanto su horrible rostro y cerró los ojos, suspiro y se dejo caer a aquellas aguas llenas de tristeza, ahora no solo era la tristeza de aquellas lagrimas del mar, ahora también se mezclaba la tristeza del nomo con sus lagrimas y eran estas las que lo arrastraban hasta el otro lado de la cascada.

jueves, 6 de marzo de 2014

CUENTO DE NOMOS PARA DORMIR PRINCESAS CAPITULO FINAL Segunda parte




Eran tiempos diferentes, tiempos en que la magia corría libre dentro de aquellos bosques, y reinos, dentro de cada criatura que latía, dentro de cada grano de polvo que bailaba de un lugar a otro por medio del viento, eran tiempos muy diferentes, tan diferentes que la Luna sonreía solo para el nomo, y el nomo, gritaba la palabra prohibida solo para la Luna, para su Luna.
Pasaron muchas noches así, entre imágenes y sonrisas pálidas, entre diálogos en donde solo era la voz chillona del nomo la que recorría las ramas de aquellos arboles, pasaron muchas noches así, y aunque el nomo estaba rompiendo muchas reglas, ya las criaturas que insomnes le acompañaban por la madrugada, sabían que el nomo no pensaba, que el nomo no había escarmentado nada por su condena y que después de todo ya era un condenado, y peor condena no podría recibir, así que ninguna de las criaturas se atrevía a criticar aquella locura del nomo, ni a señalarle para juzgarle, para condenarle de nuevo, su locura y su estupidez no hacían daño a nadie, y por ser la criatura más horrible, las criaturas que le rodeaban le tenían un poco de lastima y le dejaban en paz, muchas veces hasta disfrutando de las cosas que el nomo les contaba solía hacer por su Luna.
Todo parecía estar en calma, y las cosas en aquellos días entre el nomo y su Luna avanzaban y crecían, pese a ser violaciones a muchas reglas, a nadie parecía inconformarles y el nomo podía estar en calma gritándole la palabra prohibida a su Luna cada noche, aunque algunas veces esa calma y alegría del nomo se opacaba durante el día, cuando sentía unas inmensas ganas de acercarse un poco a su Luna y sentirla y que ella lo sintiera.
Poco a poco algunas criaturas comenzaron a darse cuenta de las cosas que sucedían en aquellos días, o más bien noches, llegaban a los lejos los rumores de que algo le pasaba a la Luna, pues no dejaba de brillar cada noche y desde hacia tiempo no dejaba de menguar, sin saber porque, muchos comenzaron a inventar historias a aquellos suceso, algunos decían que la tierra estaba creciendo, y que era por eso que la silueta de la Luna permanecía menguando, pues la sombra de la tierra era más grande ahora, otras historias eran más pesimistas, pero ninguna se acercaba a la realidad, y nadie sabía que si la Luna menguaba era porque el nomo la hacia sonreír, y ella a él.
Unas de las criaturas más hermosas que habitaban aquellos tiempos eran las sirenas, poseían cualidades especiales, pues además de poder volar hasta llegar a las montañas más altas, también era cierto que con su incomparable belleza eran capaces de persuadir a cualquier criatura de hacer o de pensar lo que ellas quisieran, precisamente por saberse tan hermosas, eran vanidosas y envidiosas, ellas solían creer que la Luna se reflejaba sobre las aguas para poder contemplar su belleza y creían que la Luna estaba maravillada con ellas, y que les envidiaba por ser así de hermosas.
Solían jugar a colocarse el reflejo de la Luna sobre su cabeza, solo para burlarse de la Luna, solo para fingir que ellas la respetaba o admiraban, y con el afán escondido, de hacerle saber que jamás podría ser tan hermosa como ellas, aunque fueran solo ellas quienes creían tan sublime su encanto, así que cuando la Luna dejo de asomarse por las aguas y se dedicaba a asomarse a las copas de los arboles donde sabia que se escondía el nomo, estas se pusieron celosas, demasiado celosas, pues no concebían que alguna otra criatura pudiese quitarles la atención de la Luna.
Fueron a escondidas a buscar donde pasaba las noches la Luna, subieron por los ríos preguntándoles a otras criaturas si sabían donde pasaba las noches, y así poco a poco fueron acercándose a los bosques donde el nomo le gritaba la palabra prohibida, al escuchar aquello las sirenas sintieron mas celos, y coraje, pues ellas pese a ser tan hermosas, jamás habían escuchado para ellas la palabra prohibida, pues su belleza era tan poderosa, que las criaturas que les admiraban solo estaban a su lado por ese hechizo, y nada más, así que sintieron coraje contra la Luna, contra el nomo, y contra aquella palabra prohibida.
Ellas no podían creer que alguien les diera la espalda, era inaudito que alguna criatura prefiriera voltear a ver a un horrible nomo, en lugar de mirarlas a ellas, así que armaron un consejo entre tritones y sirenas, buscando ponerle fin a tal ofensa, pues no podían tolerar que alguien más tuviera tanta atención, aunque más que por la atención, lo que enfadaba más a las sirenas y tritones era el no ser capaces de sentir aquella palabra, más que por ellos mismos, pues era bien sabido que si algo amaban esas hermosas criaturas era su reflejo, era incluso por eso que solían subir a las montañas más altas, pues ahí las piedras cubiertas de hielo les hacían ver imponentes y blancas, por encima de cualquier otra criatura.
Así organizaron un plan para ponerle fin a aquello, y que la Luna volviera a asomarse sobre las aguas de aquellos tiempos, y poder sentir que se asomaba para mirarles, y que el nomo, entendiera de una buena vez que no era digno de tanta atención.
A la mañana siguiente después de organizar su plan, las sirenas fueron siguiendo a la Luna hasta el mar que estaba del otro lado del planeta, y un grupo de tritones subió por los ríos buscando al nomo, le encontraron recogiendo semillas de una jacarandá, pues un hada le había contado que en una de las montañas existía un hechicero que era capaz de hacer magia tan poderosa que era temido por los otros hechiceros, le había dicho el hada que por ser tan viejo, conocía muchos árboles y sus secretos, así como los secretos de las criaturas más viejas y sabias de aquellos lugares, el nomo pensaba en juntar semillas de algún árbol y llevárselas a aquel hechicero, para pedirle que las volviera semillas mágicas capaces de crecer muy alto, tan alto que él pudiera alcanzar su Luna.
Esa mañana del otro lado del mundo y siendo una noche diferente, la Luna también se encontraba contenta, pues el nomo le había contado su plan de ir a buscar a aquel hechicero, y sentía que faltaba muy poco para poder estar cerca del nomo, así de lados opuestos del mundo, uno sentía la misma felicidad que el otro, y estaban dispuestos a todo por poder estar juntos.
Pero no contaban con los planes que las sirenas y tritones tenían, no contaban con que la envidia que les habían despertado a aquellas hermosas criaturas era tan grande que estaban dispuestas a todo para separarlos, y conseguir de nuevo la atención de la Luna, quizás hubiera sido muy fácil simplemente matar al nomo, pero ellas sabían que eso haría que la Luna por tristeza quizás dejara de dar vueltas alrededor de la tierra y prefiriera escaparse por la pena, así que tenían que hacer que el desencanto fuera certero, pero que no les alejara de su atención, y sabiendo que a final de cuentas la Luna tenia alma femenina, optaron por ocasionarle una decepción.
Sabían que el nomo era demasiado necio, y estúpido como para poder entender que tenía que alejarse de la Luna, y sabían que con el paso del tiempo el nomo había aprendido a ser feliz, siendo nomo, así que buscaron la manera de poder decepcionarlo, pero no de la Luna, pensaron en hacer que se decepcionara de sí mismo, para que por fin se diera cuenta de que una bestia de tan horripilante aspecto, no podía sentir aquella palabra, pues no era digna de aquello, si un tritón o una sirena aun con su imponente belleza no podía sentirla, una criatura tan repugnante como el nomo, mucho menos, así que tendrían que enseñarle de manera cruel lo que era, esperando que esta vez aprendiera algo.
Las sirenas se acercaron a la Luna
-Luna, Luna, ¿Qué te ha hecho alejarte de las aguas? Hace mucho tiempo que no te vemos y nos tienes preocupadas ¿acaso estas enferma? ¿Te han hechizado? Cuéntanos Luna, que nosotras te podemos ayudar si es que has enfermado, sabes que eres muy importante para nosotras y que cada anochecer te esperamos para poder verte, porque la luz con que enmarcas nuestros rostros nadie la tiene, así que si somos hermosas es por ti nuestra querida Luna, dinos que te ha pasado.
La Luna pese a tener la misma edad que el sol, era muy inocente, y por la distancia que le separaba de las criaturas de la tierra no conocía muchas cosas, sobre todo los sentimientos que habitan dentro de algunas criaturas, así ella no entendía de envidias, no entendía de codicia, ni de vanidades, no entendía de la maldad con que se sienten algunas cosas, pero entendía la soledad y la distancia, el no poder estar al lado de alguien para secarle una lagrima, el no poder tomar de la mano para dar valor, si bien la Luna inspiraba muchos sentimientos, también es cierto que ella pocos sentimientos conocía, precisamente la palabra prohibida era algo completamente nuevo para ella, pues a pesar de muchas veces escuchar que alguien la mencionaba al mirarla, ella sabía que no la decían por ella o para ella, hasta que el nomo la miro, hasta que el nomo se atrevió a mirarla.
Así que al escuchar a las sirenas la Luna no entendió que tras sus palabras estaba la maldad que habitaba dentro de lellas, y con su silueta menguando dejo que un poco de polvo de estrellas cayera sobre las aguas en las que estaban sumergidas las sirenas para que este polvo les contara lo que pasaba esas noches en que había estado desatenta de las sirenas, pero muy al pendiente de su nomo.
Esto no hacía falta pues las sirenas ya conocían la historia, y sabían que era precisamente por el horrible nomo que ella les había dejado de mirar, así que fingiendo sorpresa y falso entusiasmo dejaron que el polvo de las estrellas les trazara sobre la superficie de las aguas la historia del nomo y su Luna.
-ay Luna, Luna, perdona que seamos nosotras quienes te tengamos que advertir sobre tu error, pero es que te queremos tanto que no queremos verte sufrir y menos por una criatura tan horrible como ese nomo.
Pusieron cara de tristeza y de reojo miraron que la Luna con su sonrisa menguando, cambio de tono, haciendo su brillo desaparecer.
-así es Luna, Luna, el nomo no es una criatura digna de ti y de tu atención, él no te corresponde como tú lo haces, además de que su apariencia es horrible por fuera, tanto como por dentro, y está lleno de engaños y de mentiras, no es sincero contigo Luna, Luna, te ha estado engañando y mereces saberlo, porque nosotras te queremos demasiado y sabemos que es lo mejor para ti, y una criatura tan horrible no te merece Luna, Luna.
La Luna intrigada trato de acercarse un poco a la tierra, pero no podía, y la única señal de sus sentimientos en aquel momento era que su brillo había desaparecido por completo, tan solo era una mancha gris, en medio de aquel obscuro cielo, incluso las estrellas habían dejado de brillar pues ellas sintieron la tristeza de la Luna al escuchar las voces de las sirenas.
-Luna, Luna, hemos visto al nomo hablando con otras criaturas, menos hermosas que tu o nosotras, y le hemos visto decirles también la palabra prohibida, de la misma manera en que te la dice a ti, Luna, Luna, nosotras nos enfadamos mucho, porque sabes que esa palabra es especial y que no se debe de pronunciar, pero ese horrible nomo suele acercarse a cualquier criatura para susurrarle aquella palabra, de manera tan vulgar que muchas veces hemos estado a punto de pedir que de nuevo sea juzgado y le impongan un mayor castigo, porque al parecer ser nomo no le basto, pero no hemos sabido con quien dirigirnos, y por su aspecto tan horrible, nadie quiere ir a apresarlo, Luna,Luna, nos da mucha pena decirte esto, porque sabemos que te ha engañado a ti y no sabes cómo nos duele tener que decirte esto y ser nosotras quienes te quitemos esa sonrisa de tu hermoso rostro, Luna, Luna, pobre de ti, Luna, Luna.
La Luna sintió en ese momento un dolor que jamás había sentido, pues la Luna nunca antes había sentido dolor, pero las palabras de aquellas sirenas habían logrado cruzar toda la distancia que había entre ellas y la Luna logrando meterse dentro de lo más profundo de su blanca piel.
-Luna, Luna, no debes sentirte mal, ese horrible nomo no merece que te sientas así, además sabes que siempre nos tendrás a nosotras que hemos estado mucho más tiempo que el nomo reflejando nuestra belleza en tu rostro, no debes de sentirte mal Luna, Luna, solo eres una víctima de su maldad, él no ha sido sincero contigo, si de verdad sintiera todo lo que te dice, sabría que una criatura tan horrible y estúpida como él, no es digna de tu atención, él no es bello Luna, Luna, como tú, o como nosotras, que solo te ofrecemos nuestra belleza cada que te acercas a mirarnos, él no tiene nada que ofrecerte, más que su fealdad, y esas imágenes ridículas que ha utilizado para hacerte sentir sus mentiras, pero hasta el viento hace mejores imágenes para ti Luna, Luna, no debes sentirte mal, solo fuiste una de sus víctimas, solo fuiste eso Luna, Luna.
La Luna pese a cada palabra que escuchaba de aquellas sirenas, no podía creer aquello, sintió cada una de las imágenes que había guardado sobre su piel, cada una de esas noches en que copiaba sobre ella las imágenes del nomo, con las inmensas ganas de que fueran sus garras las que le trazaran aquellas imágenes, sintió que todo era verdad, que todo lo que el nomo le había gritado era verdad, ella se había sentido especial por primera vez, había sentido la palabra prohibida por primera vez, y había sido por el nomo, por la manera única en que el nomo la miraba, por eso no sentía vergüenza de dejarse ver con la piel tatuada de aquellas imágenes, por eso no sentía vergüenza de que le supieran atenta al nomo, y ansiosa de poder verlo, por eso no le importaba gritar en el polvo de las estrellas lo que sentía por el nomo, no le importaba que otros leyeran sobre las imágenes lo que sentía, por primera vez, por única vez, pero ahora todo parecía ser una mentira, sin saber porque, o entender la razón que tendría el nomo para haberle hecho sentir aquello siendo mentira, siendo una farsa, la Luna sintió en ese momento una tristeza inmensa, tan inmensa como lo que sentía unos momentos antes de que comenzara a escuchar a las sirenas.
-no debes preocuparte Luna, Luna, él no merece que tú te sientas así, y ya te lo hemos dicho, nosotras estaremos contigo siempre, porque nos preocupas, porque somos sinceras y te queremos mucho, y sabes que las criaturas como nosotros, con esta belleza tan grande merecemos más que la atención y las mentiras e un horrible nomo, no estés triste Luna, Luna, que él no lo merece, déjanos ayudarte Luna, Luna, mandaremos a una de nosotras para que le cuente a los tritones el daño que te ha hecho el nomo para que se encarguen de él, no te preocupes Luna, Luna, siempre estaremos contigo.
Una de las sirenas se separo de aquel grupo y fingió marcharse a toda prisa para hacerle creer a la Luna que iría a informarle a los tritones de aquello que le contaban, pero tan solo fue a esconderse tras unos corales para poder reírse sin que la Luna se diera cuenta.
La Luna desde lo alto y completamente ausente de brillo, por sentir dentro un poco de duda trato de evitar que las sirenas fueran a avisarle a los tritones, pero estas siguieron ante las dudas de la Luna con sus engaños, para las sirenas era muy fácil convencer a cualquier criatura de algo, y convencer a la Luna que con toda su inocencia no conocía de muchas cosas, fue algo muy sencillo para aquellas criaturas, su plan para recuperar la atención de la Luna estaba funcionando y si los tritones hacían su parte, era seguro que esa misma noche pudieran de nuevo sentir la atención de la Luna sobre las aguas de aquellos lugares.



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